Ya os dije que iría incluyendo otros trabajitos y alguno de ellos con historia. Todas conocemos como en los quilts antiguos se plasmaba parte de la vida de sus creadoras, pues yo tengo la “manía” de hacerlo con muchos de mis trabajos.
En una de las reuniones que tenemos nuestro grupo de amigas especiales, vinieron algunas de ellas (Laura y Muntsa) desde Barcelona.
Muntsa llevaba una mochila chulísima que se había “tuneado” o “hecho”, no lo recuerdo bien; y yo, que hacía ya tiempo me estaba rondando la idea de hacer un bolso, decidí que eso era lo que realmente me vendría bien.
Y ahí quedó la cosa. Pero meses después aterricé en Barcelona para otra de nuestras reuniones, y ni corta ni perezosa me compré una mochila (en realidad fueron 2) para tunearla.
En ese momento fue cuando comenzó el duro trabajo de encontrar o crear un diseño que realmente me gustase. No soy demasiado conformista con esas cosas, aunque parezca lo contrario, cuando me pongo a diseñar un nuevo trabajo le doy vueltas y vueltas y más vueltas, e incluso cuando ya estoy trabajando con el todavía sigo rediseñándolo.
Decidí unas aplicaciones, pero como siempre no terminaba de convencerme, y un día, ojeando unas revistas, vi la ventana de una casa con una vidriera que me gustó mucho. De modo que ni corta ni perezosa saque el patrón del frontal de la mochila y adapté la vidriera a ese tamaño.
Abajo podréis ver el resultado final. Lo más complicado fue adaptar la solapita del bolsillo frontal para que no afectase al dibujo, pero creo que lo conseguí. Vosotras ¿Qué opinais?
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